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REX TILLERSON / La nueva Doctrina Monroe y el «antiimperialismo» norteamericano

Por GONZALO TORCHIO *

 

Entre el sábado 3 y el lunes 5 de febrero pasado, el Secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, visitó nuestro país. Las relaciones comerciales, la arremetida contra Venezuela y la cooperación en materia de seguridad para el combate al crimen organizado fueron parte de los temas tratados con el Presidente Macri y el Canciller Jorge Faurie.

 

La visita del funcionario estadounidense formó parte de un viaje oficial que realizó por varios países latinoamericanos. La gira se enmarcó en el contexto de las Cumbres de las Américas, del G-7 y del G-20 que tendrán lugar a lo largo de este año en el continente (Perú, Canadá y Argentina, respectivamente). De esta manera, EEUU busca replegarse sobre el llamado Hemisferio Occidental, su histórica área de influencia, y hacer valer allí su agenda en momentos en que su liderazgo mundial está siendo cuestionado por otras potencias como China y Rusia y en donde la situación política y económica de la región le es momentáneamente favorable. Los otros destinos a los que arribó Tillerson fueron México, Colombia, Perú y Jamaica.

 

Qué busca Tillerson en América latina

 

Antes de partir hacia México, su primer destino, el 1 de febrero Tillerson dio un interesante discurso donde delineó los propósitos del viaje. Vale la pena entrar en detalle del mismo para comprender lo que busca EEUU de Latinoamérica. Según dijo allí el Secretario, la agenda de temas abordada se centró básicamente en tres aspectos: crecimiento económico, seguridad y gobernabilidad democrática.

 

En materia económica, habló de la intención de “generar mayor prosperidad integrando la riqueza de los recursos energéticos en el hemisferio”, lo cual “es una oportunidad única en el mundo para las Américas”. Manifestó que América del Norte lideró el resurgimiento energético en la última década y que para 2040 se espera que “sume más producción petrolera a los mercados mundiales que el resto del mundo combinado, y una producción gasífera mayor a la de cualquier otra región en forma individual”. Destacó, también, que América del Sur ha sido favorecida con abundantes recursos energéticos”, los cuales “no han sido suficientemente explotados” por lo que “Estados Unidos tiene la intención de ayudar a nuestros socios a desarrollar sus propios recursos de manera segura y responsable”. Agregó que la oportunidad de consolidar al Hemisferio como núcleo principal de la oferta energética mundial “exige la apertura de más economías de mercado”.

 

Respecto a la agenda de seguridad, Tillerson manifestó que “la amenaza más inmediata para nuestro hemisferio son las organizaciones delictivas transnacionales”. Aunque el Secretario reconoció el rol de su país “como el principal mercado de consumo de drogas ilícitas”, habló de colaborar, asistir y apoyar al resto de los países del Hemisferio para erradicar el crimen organizado, el narcotráfico, la trata de personas, el tráfico de armas y la inmigración ilegal. Todo ello a pesar de no poder resolver el problema interno, crucial para superar el conflicto.

 

Respecto al punto, Tillerson manifestó que “la alianza de Estados Unidos con las naciones del hemisferio se basa en valores compartidos y en la gobernabilidad democrática… Muchas personas viven todavía bajo la opresión de las tiranías”. En ese sentido, volvió a arremeter contra “el régimen corrupto y hostil de Nicolás Maduro”. “Instamos a Venezuela a regresar a la constitución, a volver a llevar a cabo elecciones libres, abiertas y democráticas, y a permitir que el pueblo venezolano tenga una voz en su gobierno. Seguiremos ejerciendo presión sobre el régimen para que restablezca el proceso democrático”.

 

Agregó también que “si bien Venezuela podría ser uno de los países más prósperos de la región, es uno de los más pobres del mundo… Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo constatables, pero las riquezas se reservan únicamente para las elites gobernantes. Como consecuencia, el pueblo padece la situación… Los venezolanos mueren por desnutrición y enfermedades”. Cuba tampoco zafó de la arremetida de funcionario norteamericano.

 

Tillerson, con un perfil ideológico muy parecido al escuchado por estos lares, afirmó que  “Venezuela y Cuba nos recuerdan que para que nuestro hemisferio crezca y prospere, debemos priorizar y promover los valores democráticos. Debemos erradicar la corrupción en todas sus formas. Una gobernabilidad ineficaz y corrupta perjudica a los países. La economía se resiente. Las personas pierden la fe en las instituciones. Y la criminalidad aumenta”.

 

Por último, el funcionario se despachó con una apreciación interesante sobre la influencia de China y Rusia en la región: “China —tal como hace en los mercados emergentes en todo el mundo— presenta la apariencia de una vía atractiva hacia el desarrollo. Pero en realidad, esto a menudo implica conseguir ganancias a corto plazo a cambio de la dependencia en el largo plazo… El modelo chino extrae valiosos recursos para alimentar su propia economía, a menudo sin tener en cuenta las leyes o los derechos humanos. En la actualidad, China está logrando una fuerte presencia en América latina. Está usando su injerencia económica estatal para empujar a la región dentro de su órbita… Aunque este comercio ha reportado beneficios, las prácticas comerciales desleales empleadas por numerosos actores chinos también han perjudicado a los sectores manufactureros de estos países, y han generado desempleo y erosionado los salarios de los trabajadores… América latina no necesita nuevas potencias imperiales que solo pretenden beneficiar a sí mismos”. Pareciera una broma, pero no lo es. Lo dijo en serio.

 

Por su parte, agregó, “la presencia cada vez mayor de Rusia en la región también es alarmante, pues sigue vendiendo armas y equipos militares a regímenes hostiles que no comparten ni respetan valores democráticos. Nuestra región debe ser muy cauta ante potencias remotas que no reflejan los valores fundamentales compartidos en la región”.

 

Luego del discurso se abrió una ronda de preguntas. Allí Will Inboden, director ejecutivo de la  Clements Center for National Security de la Universidad de Texas se dirigió al Secretario afirmando que en poco tiempo se cumplirá 200 años de la Doctrina Monroe, la cual sirvió “para mantener a las potencias coloniales europeas fuera del Hemisferio Occidental, para proteger nuestra seguridad, pero también para promover los tres pilares del discurso que usted habló hoy: seguridad, libertad y prosperidad”. Luego le preguntó si la Doctrina Monroe “¿Ha sido más un éxito o un fracaso, especialmente al ver nuestros desafíos de hoy?”. Tillerson respondió: “Creo que claramente ha sido un éxito… lo que nos une en este hemisferio son los valores democráticos compartidos”. Y reconociendo que la región quedó un poco olvidada en el último tiempo agregó: “a veces pienso nos hemos olvidado de la importancia de la Doctrina Monroe y lo que significaba para este hemisferio y el mantenimiento de esos valores compartidos. Entonces creo que es tan relevante hoy como el día en que fue escrito”.

 

Tillerson en Argentina

 

Antes de comenzar la gira por la región, en el discurso pronunciado en la Universidad de Texas, Tillerson había elogiado a las políticas de apertura económica de Macri: “Argentina, con Macri como presidente, ha hecho esfuerzos monumentales por implementar reformas para abrir la economía del país y generar crecimiento para todos los argentinos”. Agregó seguidamente: “Su tasa de inflación, que tuvo históricamente valores elevados, finalmente está mermando. El PBI crece, impulsado por la inversión y la creciente confianza de los consumidores”. ¿Otra broma de Tillerson? No. Nuevamente volvió a hablar en serio.

 

Luego de su paso por México, el Secretario llegó al país el 3 de febrero, donde viajó a Bariloche y visitó el Parque Nacional Nahuel Haupi. Allí tuvo un encuentro con el presidente de Parques Nacionales y con una becada del Programa Fulbright. En dicha reunión se habló sobre intercambios científicos y prácticas de conservación. Luego, el domingo 4, el estadounidense viajó a Buenos Aires para reunirse con el Canciller Jorge Faurie y el lunes 5 con el Presidente Mauricio Macri. En ambas reuniones, como se dijo al comienzo, se conversó sobre economía y cooperación en materia de seguridad.

 

En conferencia de prensa realizada junto a Faurie, Tillerson volvió a elogiar al Gobierno argentino por ejercer el liderazgo en la región en la defensa del Estado de Derecho y la promoción de la democracia frente a la situación venezolana. Al respecto Faurie dijo que “nosotros no reconocemos el proceso político y la deriva autoritaria que ha tenido Venezuela, y no reconocemos la existencia de la Asamblea Constituyente”.

 

Tillerson también mencionó que ambos funcionarios acordaron en la necesidad de afianzar vínculos para combatir el crimen organizado, el narcotráfico, el lavado de dinero o el financiamiento del terrorismo. Jorge Faurie, por su parte, manifestó que con EEUU “compartimos preocupaciones por temas como el mantenimiento de la paz y la democracia en la región, y el accionar de los grupos del narcotráfico y su vinculación con el terrorismo, y analizamos, en línea con eso, la posibilidad de acciones conjuntas”.

 

La sumisión como política de Estado

 

En la Universidad de Texas Tillerson manifestó claramente las intenciones de su gira: reactualizar la Doctrina Monroe.

 

Respecto a nuestro a país. No debe llamar la atención que el Secretario elogie la apertura económica de Argentina en el momento en que su país toma medidas en sentido contrario. Es una práctica histórica del imperialismo económico sostener en los países centrales políticas proteccionistas al mismo tiempo que se exige apertura comercial a los países periféricos. Estos, de esta manera, profundizan el perfil agroexportador y dependiente de sus economías y facilitan la penetración del capital trasnacional en detrimento de su producción industrial local. Estas son, justamente, las políticas del Gobierno de Cambiemos que Tillerson elogia.

 

Recordemos, también, la consideración de Tillerson acerca de que los recursos energéticos de la región están insuficientemente explotados y que EEUU debe ayudar a desarrollarlos. La apetencia norteamericana por nuestros ricos recursos es explícita. Preocupa, por lo tanto, que en la conferencia de prensa brindada por el Canciller Faurie, este elogiase el discurso pronunciado por Tillerson en la Universidad de Textas, particularmente en lo que se refiere al sector energético.

 

Por otra parte, la actual administración subordina las relaciones internacionales a las relaciones ideológicas. Algo que EEUU no hace a pesar de su discurso a favor de la democracia. El gobierno de Macri olvida la política exterior de Estado y la reemplaza por la política exterior de partido o facción. Así establece relaciones que favorecen los intereses políticos y económicos de la casta empresarial gobernante en vez de los intereses de la Nación toda. A los hechos nos remitimos: Cambiemos establece alianza con EEUU cuya economía no es complementaria, sino competitiva con la nuestra, mientras se pelea con Venezuela por cuestiones ideológicas, siendo esta una potencia energética mundial. Todo ello es evidencia de un gobierno que carece de visión estratégica con sentido nacional.

 

Por otro lado, es cierto que el narcotráfico y el crimen organizado constituyen una amenaza a la seguridad regional. En efecto, con el advenimiento de la globalización, los conflictos entre Estados en la región han tendido a ser reemplazados por los delitos trasnacionales. El tema está, entonces, en tener una agenda propia para combatirlos. Parte de esta agenda propia debería contemplar que el negocio narco se sustenta en el blanqueo de dinero negro a través de paraísos fiscales (que, por cierto, EEUU promueve). La existencia de estos es contradictoria con el discurso de la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, los casos de los Panama Papers y los Paradise Papers en donde altos funcionarios del Gobierno, incluso el propio Presidente, quedaron involucrados nos da la pauta que la lucha contra el narcotráfico es una pantalla que esconde relaciones de subordinación con EEUU.

 

Finalizando, es noticia vieja el interés norteamericano en sostener presencia militar en toda la región. Anteriormente la excusa del “enemigo interno” en el contexto de la Guerra Fría, plasmada en la Doctrina de la Seguridad Nacional, sirvió como pretexto para adoctrinar y subordinar a las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos. Al cambiar el contexto internacional, las llamadas Nuevas Amenazas (terrorismo, narcotráfico, crimen trasnacional, etc.) se han transformado en el nuevo pretexto para reactualizar los alineamientos. En Colombia y en México la asistencia militar y financiera norteamericana y la “guerra contra la drogas” no han dado resultados positivos. Cada vez hay más muertos y desplazados pero el cultivo y la producción, en vez de reducirse, ha aumentado. Eso mismo ha reconocido el propio Tillerson en su discurso en Texas al afirmar que en Colombia “lamentablemente, el cultivo de coca ha crecido sideralmente en los últimos años”. En temas de crimen organizado y narcotráfico, EEUU más que la solución se ha convertido en parte del problema.

 

Durante la gestión anterior se tuvo el buen sentido de no caer en esta trampa. En la actualidad, la propuesta de cooperación en materia de seguridad con EEUU se da en el medio del debate por el inminente anuncio de reformas en las Fuerzas Armadas. Desde que asumió, el Gobierno Nacional se manifestó varias veces a favor de involucrar a las FFAA en las luchas contra estas Nuevas Amenazas, sujetándose a la política de seguridad norteamericana. La reciente noticia de que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el de Defensa Oscar Aguad viajarán a EEUU para visitar diferentes agencias de Seguridad y de Defensa de aquel país son muestras de que se avanza en ese sentido. Hoy, aunque se las esté forzando al límite, las leyes se lo impiden. De concretarse este propósito, estaríamos incorporando peligrosamente como propias agendas y perspectivas que no responden ni a la realidad local, ni al interés nacional y que solo conducen a la subordinación. Como ya nos pasó numerosas veces en la historia, la sumisión a la política exterior y de seguridad de EEUU no tiene otro final que un destino trágico para nuestra Nación.

 

* Sociólogo – UNLP / La Señal Medios

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